Dr. Pedro Ramírez Slaibe
En la República Dominicana, las deudas médicas son un desafío significativo que afecta a una parte considerable de la población, impactando no solo las finanzas familiares, sino también su calidad de vida y bienestar general. Aunque no existen cifras exactas sobre el monto total de estas deudas, su impacto puede inferirse a través de las inequidades estructurales en el sistema de salud. El Seguro Familiar de Salud (SFS) ha logrado avances importantes al alcanzar una cobertura superior al 97% de la población. Sin embargo, la desigualdad en la calidad de los servicios y la carga financiera que recae en los hogares evidencian que el sistema sigue siendo altamente regresivo.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha señalado que el modelo de salud dominicano reproduce desigualdades sociales, ya que la calidad de los servicios varía considerablemente según los ingresos de las personas. Esta brecha se refleja en el gasto de bolsillo de las familias, que supera el 50% del gasto total en salud, lo que coloca una carga desproporcionada sobre los hogares con menores recursos. Según la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH) de 2018, las familias de menores ingresos destinan una mayor proporción de su presupuesto a la salud en comparación con las de mayores ingresos, exacerbando las inequidades.
El gasto promedio mensual en salud es de RD$2,596 por hogar, de los cuales RD$1,310.3 corresponden a pagos directos de bolsillo. Los hogares del quintil más bajo, que representa al 20% de la población con menores ingresos, destinan el 8.8% de su gasto corriente total al sector salud. En contraste, el quintil más alto, que agrupa a los hogares con mayores ingresos, dedica solo el 6.7%. Esta diferencia demuestra cómo las familias con menores recursos enfrentan una carga económica mayor en proporción a sus ingresos, limitando su acceso a servicios de calidad.
El gasto público en salud también es insuficiente. En 2021, representó el 3.29% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que equivale a aproximadamente $280 dólares per cápita. Estas cifras muestran una desconexión entre el crecimiento macroeconómico del país y la inversión pública en salud, lo que dificulta el acceso equitativo a servicios médicos esenciales. Adicionalmente, las familias dominicanas financian entre el 41% y el 44% del gasto total en salud, a lo que se suma un 10% destinado a planes de salud complementarios. Esto lleva a un gasto privado estimado en RD$90,270 millones para 2024, cifra que podría superar los RD$142,000 millones según proyecciones recientes (Díaz, Arismendi:2024).
Estas dinámicas no solo afectan las finanzas familiares, sino también la salud mental y física de las personas. Las deudas médicas generan estrés financiero, que a menudo deriva en ansiedad, depresión y otros problemas psicológicos. Además, muchas personas posponen tratamientos o consultas médicas debido a la carga económica, lo que agrava su estado de salud y perpetúa un círculo vicioso de exclusión y deterioro. A pesar de las medidas implementadas, como la reducción de copagos en servicios específicos y la inclusión de coberturas para enfermedades de alto costo, estas iniciativas no han logrado contrarrestar las desigualdades estructurales debido a la falta de una regulación efectiva del mercado de salud.
El sistema de salud dominicano requiere un cambio estructural para abordar estas problemáticas. Incrementar el presupuesto sin revisar las estructuras operativas perpetuaría las mismas fallas del modelo actual, que prioriza intereses particulares sobre el bienestar colectivo. Es esencial implementar una reingeniería profunda que transforme el sistema en uno más inclusivo y eficiente, capaz de garantizar equidad y sostenibilidad. Además, la visión conservadora que limita las reformas al cumplimiento de normativas existentes debe ser sustituida por un enfoque más audaz, orientado a resolver los problemas desde sus raíces.
El gasto privado desproporcionado en salud perpetúa la exclusión de los sectores más vulnerables, contraviniendo principios fundamentales de equidad y protección financiera. Esto refleja una desconexión entre el desarrollo económico y el bienestar social, evidenciando que las políticas actuales son insuficientes para garantizar un acceso universal a servicios de calidad. La falta de propuestas estructurales ha dejado fuera del debate público la necesidad de un cambio paradigmático que elimine las barreras estructurales y promueva un sistema de salud verdaderamente equitativo.
En fin, las deudas médicas no son solo un reflejo de las desigualdades sociales, sino también un síntoma de un sistema de salud que requiere una transformación urgente. Aunque se han logrado avances en cobertura, las familias de menores ingresos continúan soportando una carga económica desproporcionada, lo que limita su acceso a servicios esenciales y perpetúa las inequidades. Para enfrentar este desafío, es necesario repensar las estructuras actuales y adoptar un modelo que priorice el bienestar colectivo, garantizando un acceso equitativo y sostenible para toda la población. Solo así se podrá avanzar hacia un sistema de salud más justo y eficiente.
Bibliografía:
1. «Informe sobre el desarrollo humano en la República Dominicana”. https://www.pnud.org
2. «Análisis del gasto de bolsillo en salud de los hogares en la República Dominicana (ENGIH 2018)», 2018. https://www.one.gob.do
3. «El gasto en salud y su impacto en las familias dominicanas». Artículo publicado por Arismendi Díaz Santana en El Nuevo Diario, 2024. https://www.elnuevodiario.com.do
4. «Logros y retos del Seguro Familiar de Salud», 2023. https://www.adars.org.do
5. «Indicadores de gasto público en salud en América Latina y el Caribe» 2021. https://www.bancomundial.org
6. «Informe anual sobre el sistema de salud dominicano», 2021.
7. «El impacto de las deudas médicas en la salud mental y física”. https://www.who.int