El NFP obtendría entre 172 y 215 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional (cámara baja), seguido de la alianza oficialista entre 150 y 180 y el partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) y sus aliados con entre 115 y 155, según cuatro proyecciones al cierre de los colegios electorales.
Los resultados suponen un revés para la líder ultraderechista Marine Le Pen, que fracasa en su intento de lograr la mayoría absoluta, que las proyecciones consideraban posible hace una semana, e incluso de ganar, como parecía posible hace dos días.
“Nuestro pueblo ha rechazado claramente el peor escenario posible”, declaró el líder izquierda radical Jean-Luc Mélenchon, para quien el NFP, que carece de mayoría absoluta, deberá “gobernar”, pero sin “entablar negociaciones” con la alianza de Macron.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien logró su reelección como diputado, respondió que “nadie puede decir quién ganó la elección” y llamó al oficialismo a abrirse al partido de derecha Los Republicanos (LR), que lograría entre 57 y 67 escaños.
Los pactos implícitos entre el oficialismo y la coalición de izquierdas, consistentes en concentrar el voto en el candidato con más posibilidades de derrotar a RN en cada circunscripción en el balotaje, frustraron la victoria ultraderechista.
El candidato de RN a primer ministro, Jordan Bardella, denunció una “alianza del deshonor” y aseguró que su partido “encarna la única alternativa” para “enderezar” Francia.
“La marea sube. Esta vez no ha subido lo suficiente, pero sigue subiendo y, en consecuencia, nuestra victoria sólo se ha aplazado”, abundó Le Pen.
Un gobierno de su formación, que podría duplicar los 89 diputados de 2022, habría sido el primero ultraderechista en Francia desde la Liberación de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y uno nuevo en la Unión Europea, junto a Italia, entre otros.
Artistas, deportistas, sindicatos y organizaciones se movilizaron para frenar la llegada al poder de la extrema derecha, como la estrella del fútbol Kylian Mbappé, que había llamado a votar “del lado bueno”.
Desde Italia, el papa Francisco advirtió este domingo contra las “tentaciones ideológicas y populistas”, sin mencionar a ningún país.
Escenarios
Muestra de que los comicios eran cruciales, la cifra oficial de participación (59,71% a las 17H00) fue la más alta desde 1981, e incluso el expresidente socialista François Hollande volvió a la política y logró un escaño.
Macron había adelantado las legislativas previstas en 2027 para pedir una “aclaración” política a los franceses, a raíz de la victoria de RN en los comicios europeos del 9 de junio, en una decisión “arriesgada”, según los analistas.
La respuesta de los electores fue reconducir los tres bloques surgidos de las elecciones de 2022 –izquierda, centroderecha y extrema derecha–, con una nueva relación de fuerzas y sin mayorías absolutas.
A menos de tres semanas del inicio de los Juegos Olímpicos de París, la incertidumbre planea sobre la composición del próximo gobierno.
El primer ministro, Gabriel Attal, anunció que presentará su dimisión el lunes, pero que continuará “mientras el deber lo exija”, a la espera de un nuevo gobierno.
El presidente francés esperará a conocer la “estructura” de la nueva Asamblea, que debe escoger su presidencia el 18 de julio, antes de decidir a quién llamará para formar gobierno, anunció su oficina.
Durante la campaña emergieron varias hipótesis: una coalición entre parte de la izquierda y el oficialismo, o incluso un gobierno tecnócrata con apoyo parlamentario en la segunda economía de la UE.
Pero una eventual coalición parece difícil por las críticas cruzadas entre La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) de Mélenchon, importante socio del NFP, y la alianza de Macron, que acusó a este partido de “antiparlamentario” y “antisemita”.
“Vamos a tener que comportarnos como adultos”, aseguró Raphaël Glucksmann, símbolo del ala socialdemócrata del NFP, para quien “dialogar” es “un cambio de cultura política” en una Francia poco acostumbrada al parlamentarismo.
Tanto aliados y rivales de Francia en las escena internacional siguieron de cerca estos comicios, máxime cuando París, potencia nuclear, es uno de los motores de la UE y uno de los principales apoyos de Ucrania contra Rusia.