Para aproximadamente el 40% de las personas diagnosticadas con cáncer colorrectal (CCR), el tumor porta una mutación en un gen llamado KRAS. Muchas de esas mutaciones se han relacionado con una supervivencia más corta y formas de enfermedad más agresivas.
La aparición y el crecimiento de los tumores de CCR también se han asociado con desequilibrios en el microbioma intestinal.
Sin embargo, la interacción entre estas dos características (disbiosis intestinal y mutaciones de KRAS) sigue siendo poco conocida. Para ahondar en esta cuestión, un estudio publicado en ‘Microbiology Spectrum’, una revista de acceso abierto publicada por la Sociedad Estadounidense de Microbiología, investigadores en China identificaron firmas de microbiota asociadas con mutaciones de KRAS en personas diagnosticadas con cáncer colorrectal.
Los hallazgos sugieren que los microbios intestinales pueden servir como una especie de biomarcador no invasivo para identificar subtipos de CCR y pueden informar enfoques terapéuticos personalizados, según Zigui Huang, estudiante de medicina del Hospital Oncológico de la Universidad Médica de Guangxi (China) que trabajó en el estudio. El estudio fue dirigido por el oncólogo Weizhong Tang del mismo hospital, cuya investigación se centra en aprovechar el conocimiento molecular del CCR para un mejor diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.
“Nuestro nuevo trabajo contribuye al creciente conjunto de evidencia que destaca la importancia de los mecanismos impulsados por la microbiota en la patogénesis del cáncer”, señala Tang.
Estudios anteriores han relacionado los desequilibrios bacterianos intestinales con la formación y propagación del CCR, lo que sugiere que un estudio más detallado de las poblaciones microbianas intestinales en el contexto del CCR podría arrojar nuevos conocimientos sobre el diagnóstico y el tratamiento. “Comprender las asociaciones específicas entre los diferentes tipos de mutaciones de KRAS y el CCR es vital por varias razones”, contextualiza Huang. Entre ellos se incluyen dilucidar los mecanismos moleculares que impulsan el desarrollo del CCR e identificar biomarcadores para el diagnóstico y la progresión de la enfermedad.
Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron muestras de heces de 94 personas con CCR mediante secuenciación de ARNr 16s. De los 94, 24 tenían mutaciones en el gen KRAS y el resto tenía la forma “salvaje” o no mutada del gen. La secuenciación reveló 26 tipos diferentes de microbiota intestinal que estaban presentes en un grupo pero no en el otro. Los géneros Fusobacterium, Clostridium y Shewanella fueron todos abundantes en el grupo mutante.
Fusobacteriaes un microbio gramnegativo que se encuentra en el tracto gastrointestinal y la cavidad bucal, y estudios previos lo han relacionado con el desarrollo del CCR. Los tres, señalaron los investigadores, deben considerarse biomarcadores no invasivos para determinar el estado de KRAS de un paciente.
Bifidobacterium y Akkermansia fueron abundantes en las muestras de pacientes sin una mutación KRAS.
Bifidobacterium es un probiótico y Akkermansia ha demostrado algunas actividades probióticas en estudios anteriores, incluida la supresión de factores proinflamatorios en el colon. Con base en este hallazgo, los investigadores especulan que la presencia de estas bacterias puede reducir las posibilidades de que una persona desarrolle una mutación KRAS y, hasta cierto punto, retardar la progresión del CCR.
En el mismo artículo, los investigadores introdujeron un modelo de aprendizaje automático que podría utilizar esta información para guiar recomendaciones de tratamiento personalizadas basadas en firmas de microbiota. Sin embargo, según Huang, el modelo requiere datos de una cohorte más grande para mejorar su eficacia.
Por ello, el grupo de investigación planea realizar estudios más amplios para validar los hallazgos y comprender mejor la importancia de la microbiota intestinal que han identificado, con la esperanza de mejorar el tratamiento para los pacientes con CCR. “Este estudio se alinea con nuestro enfoque de investigación más amplio en comprender la intrincada interacción entre las mutaciones genéticas, el microambiente tumoral y la microbiota intestinal en el cáncer colorrectal”, finaliza Tang.